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martes, 5 de mayo de 2015

Los grupos de whatsApp de maestros y directivos del colegio también pueden crear conflictos

En las entradas anteriores mencionamos el mal uso que se puede dar a los grupos de whatsapps de padres de colegio. Pero lo mismo sucede con los grupos de directivos y maestros, como se hizo público hace poco en España.

El conflicto estalló cuando un escrito anónimo apareció en los buzones de Casarrubuelos (Madrid). El panfleto incluye extractos de conversaciones de un chat de los maestros del colegio público de Infantil y Primaria Tomé y Orgaz, el único centro escolar del pueblo, que tiene 3.400 habitantes. En él había comentarios racistas y despectivos sobre padres, alumnos y otros docentes, así que se caldeó el ánimo de los vecinos. El Alcalde hizo la denuncia, van a ir inspectores al colegio a investigar si hay alguna irregularidad en las conversaciones de un chat privado, pero también si hay problemas de convivencia en el centro o en el trabajo de los docentes.

Las conversaciones recogidas en el anónimo son extractos de un grupo de WhatsApp que abrió la directora del colegio, para comunicarse con los docentes sobre distintos eventos. Allí aparece de todo: insultos para un grupo de inmigrantes del pueblo, arremeten contra otros compañeros  y se refieren con duros términos a padres, madres y alumnos. Hablan de una madre que denunció a una de las docentes por un supuesto maltrato a sus hijos, y la denunciada alude a ella con palabras irreproducibles. Al hacerse público el chat, han comenzado las respuestas de los aludidos, y ya ha habido manifestaciones de padres en la puerta del colegio

En resumen, nada que no pueda suceder en cualquier escuela, de pueblo pequeño o de gran metrópoli, pero por eso mismo, se añade como novedad a los problemas posibles que tienen que enfrentar los directivos.

¿Qué hacer para prevenir problemas?
Como corresponde con los que tienen responsabilidades directivas y educativas, no se puede mirar para otro lado si existen posibles conflictos: hay que enfrentar la cuestión y antes de que sea tarde.
Se pueden hacer muchas recomendaciones, y yo me limito a sugerir dos:
1) Los directivos tienen que ejercer su liderazgo en este campo, enseñando a aprovechar correctamente todos los atractivos de las redes sociales  y señalando de modo concreto los usos positivos y los negativos. Cualquier ocasión es buena –en reuniones formales o informales- para explicar que los maestros y los padres son los que en primer lugar deben desarrollar una ciudadanía digital madura, para luego poder escuchar y aconsejar adecuadamente a niños y adolescentes.

2) Del mismo modo que la educación en el mundo real consiste en el aprendizaje de las virtudes, la educación digital consiste en aprender a vivir las virtudes en este entorno. Cambian las circunstancias, pero las virtudes o los defectos de cada persona se reflejan en las palabras y en los comportamientos. El mundo virtual requiere actuar con justicia (tratar a cada uno de acuerdo con su dignidad de persona), con sinceridad (diciendo la verdad que  corresponde comunicar en cada caso), con honradez (sin estafar ni engañar), con cultura (cuidar el lenguaje y el buen uso del idioma), con bondad (sin humillar, maltratar, burlarse), dando la cara lealmente  (sin fingir desde el anonimato) y sin perder el tiempo en tonterías.

A propósito de este tema, me escribe Omar Rodríguez, gran profesor y amigo:

“Es interesante cómo las redes sociales están forzando a  las personas y a las instituciones a vivir con una continua exposición pública, todo lo que hacemos o decimos se termina sabiendo y esto obliga a ser cada vez más responsable en las propias actuaciones, cada vez hay menos espacio para el secreto y el anonimato. A veces puede parecer promiscuo, pero es sano  que  actuemos en cada momento como si estuviéramos a la vista de todos.”

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